La crisis estalló cuando Yongkun Gold, empresa con presencia en toda China, dejó de permitir retiros y cerró sus establecimientos, dejando sin acceso a sus fondos a miles de inversionistas. Entre ellos se encuentra Julie Li, de 28 años, quien invirtió la totalidad de sus ahorros, alentada por las supuestas garantías de la compañía.
Un negocio que prometía seguridad
Li aportó inicialmente 35,000 dólares a través de esta plataforma, y posteriormente añadió 20,000 más mediante una tarjeta de crédito. La promesa era clara: ganancias aseguradas independientemente de las fluctuaciones del mercado. “El vendedor no paraba de decirme que los precios del oro seguirían subiendo”, relató.
La empresa, fundada en 2014 por Wang Guohai, se presentaba como una opción confiable, incluso exhibiendo colaboraciones con instituciones financieras estatales. Inversionistas recibían certificados que acreditaban el depósito de su oro en bóvedas del Banco de China, aunque un representante bancario negó que Yongkun o sus filiales hubieran realizado tales depósitos.
Explosión de demanda y estallido de la burbuja
El entusiasmo popular por el metal precioso ha sido un factor crucial en los récords alcanzados por el oro, con los chinos comprando 124 toneladas métricas en el primer trimestre del año, un 12% más que en el mismo periodo anterior. Sin embargo, la crisis en Yongkun ha generado alarma entre las autoridades por el potencial de disturbios sociales.
“Los chinos son compradores muy convencidos que han cambiado la dinámica del mercado mundial de lingotes”, afirmó Ross Norman, ejecutivo de Metals Daily. Esta demanda refleja la desconfianza hacia otras formas de inversión, especialmente en un contexto de crisis inmobiliaria y mercados bursátiles estancados.
Manifestaciones y represión
Decenas de afectados intentaron protestar frente a la alcaldía de Hangzhou, pero fueron interceptados por policías y al menos uno fue detenido brevemente. Varias personas reportaron visitas y llamadas de la policía advirtiéndoles sobre nuevas acciones de protesta.
Entre los afectados se encuentra un trabajador de la construcción en Shandong que invirtió más de 200,000 dólares, junto con otros 700 residentes de su pueblo, atraídos por las promesas de preservación del valor. “Pero ahora no pueden recuperar el dinero que ahorraron”, denunció su hija, Fu Yindi.
Un modelo aparentemente sólido
El esquema ofrecido por Yongkun parecía infalible: entrega de lingotes o recompra garantizada al precio original, con rentabilidades del 9% anual para inversiones superiores a 400,000 dólares. Esta apariencia de estabilidad atrajo a cientos de miles de pequeños inversionistas.
Un exempleado de la firma, que solicitó el anonimato, reveló que incluso los trabajadores internos participaron en los fondos, motivados por bonos atractivos. La escena se repitió en múltiples regiones del país, con la promesa de seguridad financiera convertida ahora en pesadilla.