El Fisker Ocean, SUV eléctrico que generó grandes expectativas al lanzarse en 2023, enfrenta un dramático descenso en su valor tras la bancarrota de la empresa fabricante. Menos de un año y medio después de su salida al mercado, el modelo perdió más del 80 % de su precio original, dejando a sus dueños con una inversión prácticamente insostenible.
Un descenso sin precedentes en el mercado automotriz
Un comprador detalló su experiencia: pagó 70,000 dólares por el vehículo en 2024 y apenas diez meses después, su valor cayó a 13,500 dólares. Esta caída representa una pérdida de 56,500 dólares, un nivel inusual incluso comparado con automóviles convencionales de combustión. La situación se agrava al considerar que Fisker Inc. dejó de operar, lo que elimina cualquier posibilidad de actualizaciones remotas o soporte técnico oficial.
Problemas técnicos y desabastecimiento de piezas
Según el testimonio compartido por el canal Edmunds Cars, el vehículo presenta múltiples fallas técnicas. Desde sensores de llave con funcionamiento deficiente hasta pantallas centrales con errores recurrentes. Además, sistemas como la cámara de retroceso y el asistente de arranque en pendientes operan de manera intermitente o con baja eficacia.
La falta de respaldo oficial también afecta el suministro de recambios. Propietarios han tenido que recurrir a proveedores no autorizados, lo que incrementa los riesgos de calidad y compatibilidad. Otra promesa incumplida fue la aplicación móvil para manejar funciones del auto, lo que deja a los usuarios con una única llave física, elemento crucial para el funcionamiento del vehículo.
Características positivas que no compensan la caída
A pesar de los inconvenientes, el Fisker Ocean destaca por su diseño atractivo y una autonomía real de hasta 575 kilómetros, algo poco común en su categoría. También destaca su versatilidad al permitir abrir completamente la luneta trasera, facilitando el transporte de objetos grandes sin necesidad de accesorios externos.
Sin embargo, estos atributos no logran equilibrar la situación financiera. La imposibilidad de recuperar la inversión original convierte al vehículo en una carga económica significativa. La única esperanza residiría en que una empresa mayor adquiera los activos de Fisker, lo cual permitiría restablecer el soporte técnico y la disponibilidad de piezas. No obstante, no hay evidencia de interesados en realizar esta adquisición.
Lecciones para el mercado de vehículos eléctricos
El caso del Fisker Ocean sirve como advertencia para quienes buscan automóviles eléctricos en marcas emergentes. La inversión en tecnología debe acompañarse de una estructura empresarial sólida, ya que la falta de continuidad operativa impacta directamente en el valor y la funcionalidad del producto.
Los compradores deben considerar factores como la estabilidad del fabricante, la disponibilidad de soporte técnico y la posibilidad de actualizaciones remotas. Aunque existen oportunidades en el mercado de segunda mano, con modelos disponibles por menos de 20,000 euros, es fundamental revisar el historial del vehículo y el respaldo actual del fabricante.
“Con la quiebra de Fisker, el Ocean se quedó congelado en el tiempo”, señala el propietario en su testimonio.
Esta experiencia refuerza la importancia de evaluar no solo las especificaciones técnicas, sino también la solidez financiera de las marcas. En un sector en constante evolución, la elección de un vehículo eléctrico debe basarse en criterios que vayan más allá del diseño o la autonomía, priorizando la estabilidad del fabricante y el soporte a largo plazo.